Al día siguiente,
Kesha se despertó.
-¿Por qué siento
un pinchazo en la cabeza?-Se preguntó mientras se ponía ambas manos
en cada lado de la cabeza.-¡Au...!-Se quejó.
Se levantó sin
muchos ánimos, abrió el armario y se puso una sudaera rosa, unos
vaqueros, unos deportes blancos y una cola en su pelo pelirrojo.
Bajó lentamente
las escaleras, con la maleta a cuestas y entró en la cocina.
-¡Buenos días!-Le
saludó su padre, alegremente.
-Bueno días.-Dijo
ella sin muchas ganas. Se sentó en una silla y apoyó su cabeza en
la mesa, cerró los
ojos y resopló.
-¿Qué te
pasa?-Preguntó Richard.
-La cabeza me da
vueltas..-Respondió la pelirroja.
-¡Vaya! Espera
aquí.-El padre se fue, y volvió con un termómetro.-Abre la boca.
La chica hizo lo
que su padre le pedía. Él le puso el termómetro.
-Vale ciérrala.
La pelirroja cerró
su boca.
-Ahora espera un
poco.
Tras un par de
minutos, un pitido, procedente de la boca de la chica sonó.
-Es el
termómetro.-Informó el padre. Le sacó el termómetro y lo
miró.-Tienes fiebre. 39'5. No vas a poder ir hoy al instituto.
-¡Jo!-Se lamentó
la chica.
Candy bajó
corriendo.
-¡Hermana,
llegamos tarde!-Exclamó.
-No puedo ir. Tengo
39'5 de fiebre.-Le informó la pelirroja.
-¡Oh, vaya!
Entonces, ¿quién me lleva?
-Yo.-Respondió el
padre.-¿Te puedes quedar con tu hermana?
-Claro.-Contestó
la pelirroja con una sonrisa.
-Bien. Después, la
llevaremos al colegio y nos iremos a que te vea el médico. ¿Va?
La chica asintió
con la cabeza.
-Ahora venimos.
¡Adiós!
Se despidieron y
cerraron la puerta.
La pelirroja, subió
lentamente a su cuarto. Miró el reloj. Aún no habían entrado en
clase. Cogió el móvil y marcó el número de su amiga Yuriko.
-¿Kesha?-Preguntó
la oriental al otro lado del teléfono.
-Hola.. Yuriko, no
voy a poder ir hoy a clase.. Me duele la cabeza y tengo mucha fiebre.
-¿En serio?
-Sí.
-¡Vaya...! Qué
mal, ¿no? No te preocupes por los deberes, yo te los llevo esta
tarde, así como los apuntes y todo.
-Arigato.-Agradeció
la pelirroja en japonés.
Yuriko soltó una
carcajada.
-Parece que la
clase del otro día en japonés, sirvió para algo.
-Sí, parece que
sí. Bueno adiós, te veré luego.
-Adiós.
Ambas colgaron.
Kesha fue hacia la
habitación de su hermana pequeña. La vio en la cama, abrazada a su
muñeca favorita.
-Susi,
Susi.-Intentó despertarla con delicadeza.-¡A levantarse, que hay
que ir al cole!
La pequeña se
despertó y se frotó los ojos con sus pequeñas manita.
-Hola..¿Qué haces
aquí?
-Tengo fiebre y no
puedo ir a clase.-Le explicó mientras le comenzaba a cambiar el
pijama y a ponerle la ropa para ir al colegio.
-Entonces, si yo
tengo fiebre no puedo ir al cole.
-Claro que no.
Cuando alguien tiene fiebre, tiene que descansar, para recuperarse
pronto. ¿Lo entiendes?
La pequeña asintió
con la cabeza, mientras sonreía.
-Muy bien. Ya estás
lista. ¡A desayunar!
Ambas bajaron,
Kesha preparó un gran tazón de cereales para la pequeña y se los
puso en la mesa.
-Venga, cómetelos
todos.
-Sí.
Tras unos minutos,
Susi terminó de comer.
El padre llegó.
-Vale, ¿preparada
Susi?-Preguntó.
-Aún no. Tengo que
lavarme los dientes y coger la maleta.
-Vale. Anda corre
al baño.
La pequeña corrió
hacia el lavabo, se lavó los dientes, fue hacia su cuarto, cogió la
maleta y bajó.
-¡Ya
estoy!-Exclamó con una sonrisa.
-Muy bien, ponte el
abriguito.-Richard le ayudó a ponérselo y le colocó la mochila en
la espalda.-¡Vámonos!
Salieron, se
metieron en el coche y tras unos minutos llegaron.
-Papá. Salgo yo.
Espérame aquí.-Dijo Kesha.
-Un besito a
papá.-Ordenó Richard a su hija pequeña.
Susi se acercó y
le dio un sonoro beso en la mejilla. Se bajó del coche y le cogió
la mano a su hermana.
Anduvieron hacia la
puerta.
-Vale, entra. Un
beso.-Kesha puso la mejilla y su hermana se lo dio.-Ten cuidado.
-Adiós.
La menor de las
hermanas Stadler movió la mano en señal de despedida y se perdió
entre el gran barullo de niños.
La pelirroja entró
en el coche.
-Ya está.-Dijo
mientras se ponía el cinturón.
-Vale.
Arrancó y comenzó
a conducir. Tras unos minutos llegaron a la consulta del médico.
Richard llamó a la
puerta con los nudillos.
-¡Se
puede!-Informó una voz grave al otro lado de la puerta.
El padre giró el
pomo y tanto él como su hija entraron en la consulta.
-Buenos días
Richard.-Saludó al hombre, estrechándole la mano. Después se fijó
en Kesha y sonrió.-Hola querida.
-Hola
doctor.-Saludó ella con un ápice de sonrisa.
El doctor se volvió
a sentar y los otros dos lo imitaron.
-Bueno, ¿a qué se
debe esta visita?-Preguntó.
-Esta mañana tuvo
39'5 de fiebre.-Explicó el padre.
-¿39'5? ¡Vaya,
eso es mucha fiebre, para una chica tan sana como tú!
Kesha tragó
saliva, se ponía nerviosa en las consultas de los médicos. Le
pasaba
desde que era
pequeña.
-Bueno, vamos a
revisarte. Siéntate en la camilla.
La pelirroja
asintió e hizo lo que el doctor le había pedido.
Tras unas
observaciones le contestó:
-No es nada. Es un
simple dolor de cabeza, que ha hecho que le entre algo de fiebre.
Pero ya estás mejor. Le recetaré unas pastillas y mañana estarás
tan sana como una manzana.
La chica sonrió
ante la rima del doctor, esa que tantas y tantas veces había
escuchado decir de su boca; y suspiró aliviada.
-Vale.-Entregó a
Richard un bote de pastillas.-Tres veces al día durante tres días.
Ahora, cuando llegue a casa deberá tomarse una. Otra después de
comer y la última tras la cena. ¿Lo ha entendido?
-Claro que sí,
doctor.
-Vale..Y otra
cosa..Hoy debe reposar. Pero mañana, martes, si no tiene fiebre,
podrá ir al instituto. ¡Ah! Y dale la pastilla el miércoles, por
si acaso, no vaya a ser que empeore.
-Vale. Que aunque
esté bien el miércoles le dé la pastilla todo el día, ¿no es
así?
-Justamente eso.
-Bien. Gracias
doctor.
-De nada.
Padre e hija iban a
irse cuando el doctor les paró con su habitual voz grave:
-¡Esperen,
esperen!
-¿Qué
pasa?-Preguntó Richard.
El doctor sacó del
bolsillo de su bata blanca un chupa chups sin azúcar de color
amarillo. Sabor a limón
-Para Kesha.-Sonrió
mientras miraba a la jovencita.
La pelirroja
sonrió, y se acordó de cuando era pequeña. Cuando iba con su padre
y con su madre a la consulta del médico. Y ese mismo doctor, que
ahora estaba, le miraba y decía: "Estás sana como una manzana"
Siempre con su misma rima. Ella sonreía, le confesaba de que estaba
un poco nerviosa y él amablemente, le regalaba un chupa chups sin
azúcar. Y ese chupa chups, que al principio era una muestra para que
no tuviera miedo de ir allí, se convirtió en un trato especial
entre el doctor y ella. Y es que, al final le acabó gustando ir
allí, hablar con su amigo el doctor y salir con su chupa chups en
mano y sus padres en cada lado para protegerla..
-Gracias.-Contestó
la pelirroja tras despertar de su trance.
-Sé que te gustan.
Kesha asintió con
una sonrisa.
-Adiós.-Se
despidió.
-Adiós jovencita.
Adiós Richard.
-Adiós doctor.
Padre e hija
salieron de la consulta y se montaron en el coche.
Kesha miró su
chupa chups de limón.
-Mi
favorito.-Murmuró.
-¿Qué?-Preguntó
él.
-Mi chupa chups
favorito. El de limón..¿Cómo se ha podido acordar?-Preguntó.
-Venías aquí
mucho.
-Ya.. Pero seguro
que no era la única niña que venía.
-¿Qué hay de malo
en eso?
-No es malo...Es
algo bueno, pero..¿por qué se acuerda de mí y no de otra niña?
-Porque le tenías
mucho aprecio al doctor.
-Ya...-Suspiró.-Es
verdad. Me acuerdo a la perfección de cuando veníamos aquí.
-Yo también me
acuerdo.
-Bueno. ¿Vamos a
casa?-Preguntó ella intentando cambiar de conversación para
alegrarse un poco.
-Sí. ¡A
casa!-Exclamó Richard.
El padre arrancó
el coche y en pocos minutos llegaron.
Entraron en la
casa.
-Siéntate en el
sofá y pon la tele. Te voy a preparar la medicina y un vaso de agua
para que te lo tragues bien, ¿vale?
-Va.
La chica cogió una
manta, se sentó en el sofá del salón y se tapó hasta arriba.
Después cogió el mando y puso Clan, donde salía Hora de Aventuras.
Flinn y Jake rescatando a la princesa Chicle del malvado Rey Hielo.
-Aquí
tienes.-Richard le tendió la pastilla y el vaso de agua.
-Gracias.
La chica se tomó
aquella extraña pastilla azul en forma cilíndrica y se bebió el
vaso de agua de un trago. Tosió un par de veces por su rápidez en
beber, pero después respiró hondo y suspiró aliviada.
-¿Ya?-Preguntó el
padre.
-Sí.-Le dio el
vaso vacío.
-Vale. Pues
descansa un rato.
-Te haré
caso.-Respondió la chica.
Se tumbó en el
sofá y viendo los dibujos animados, se quedó dormida, entrando en
un profundo sueño...
-¡Kesha, Kesha!-Le
llamó su padre.
-Un poquito
más.-Pidió con voz adormecida.
-Son las tres menos
cuarto. Tienes que cuidar a Susi mientras voy a recoger a tu hermana.
-¿Las tres menos
cuarto?-Preguntó sobresaltada.
-Sí. ¿Qué hora
creías que era?
-No lo sé. Estaba
tan dormida... Ya no me duele la cabeza.
-Eso es bueno.
-Sí..
-Bueno, quédate
con Susi que voy a recoger a tu hermana.
-Vale.
La pelirroja se
puso en pie, se frotó los ojos con las manos y se desperezó.
Después fue hacia
la cocina, donde Susi comía un plato de sopa.
-¿Te
gusta?-Preguntó la mayor.
-No.-Respondió
rotundamente la pequeña.
-Venga, que si te
lo comes ahora, después te daré una chuche.-Le propuso Kesha con
una sonrisa.
-Eso es "sobono"-Se
quejó Susi.
-¿Sobono?
-Sí. "Sobono".
La pelirroja
entendió lo que la pequeña quería decir y soltó una carcajada.
-Es soborno, no
sobono.-Explicó.
-Eso, eso.. Lo que
yo he dicho soborno.
-Tú habías dicho
sobono.
-Bueno..¡lo que
sea!
-No. Eso no es
soborno... Además, ¿dónde has escuchado tú esa palabra?
-Pues de los
dibujos que ve papá en la uno.
-Esos dibujos se
llaman telediario.
-¿Hoy me vas a
contradecir en todo?
-No. Anda come y te
doy la chuche.
-Jo..Es que no me
gusta.
-Pero tienes que
comer un poco, Susi.
-Bff. Vale... Pero
después me das dos chuches.-Y con sus pequeños deditos señaló el
número dos.-¿Va?
-Venga, va.
-¡Bien!
-Pero cómetelo
todo.
-Que si pesada.
-¡Oye! No me
llames pesada. Lo hago por tu bien.
-¿Por mi bien? ¡Si
me obligas a comer lo que no me gusta!
-Porque tienes que
comer de todo.
-Jum.-La pequeña
se cruzó de brazos e hinfló sus mofletes con el ceño fruncido,
haciéndose la enfadada.
-Susi. Tienes que
comer.
-¡No quiero!
-Te he dicho que a
comer.
-¡No!
-Te quedas sin
chuches todo el día, y vas a tener la sopa para merendar, para
cenar, para mañana de desayunar... Y cuando tengas hambre, seguro
que te la comes.
Kesha cogió el
plato y lo metió en el microondas. Lo cerró pero no lo puso en
marcha, sino que lo dejó así.
-Papá me dará
galletas.-Se defendió la pequeña mientras sacaba la lengua a su
hermana mayor.
-Ten por seguro que
eso no pasará.-Le advirtió la pelirroja.-Papá me dará la razón.
Susi salió al
salón y puso Bob Esponja, sus dibujitos preferidos.
La primogénita
resopló.. ¡Vaya con su hermana pequeña! Tenía un genio. Como el
de ella, y aunque le costó reconocerlo, era verdad. Se acordaba de
cuando era pequeña y no quería comer una cosa... Por mucho que sus
padres insisitieran, no lo comía.
El pórtico de la
puerta al abrirse hizo que se sobresaltara.
-Hola.-Saludó
Kesha frotándose los ojos.
-Hola, hermanita.
-Papá, tengo que
hablar contigo sobre Susi.-Informó Kesha.
-Ahora no. Tienes
visita.-Le contestó Richard.
La chica miró por
la puerta y pudo ver a nueve chicos, juntos, con una gran sonrisa.
-¿Qué hacéis
aquí?-Preguntó al pelirroja sorprendida, pero feliz.
-Estás malita,
¿no? Pues hemos venido a verte.-Aclaró Abie con una sonrisa.-Yuriko
nos lo contó todo.
-¡No te quedas
callada, oriental!-Le recriminó Kesha a su amiga, en broma.-¡Pasad!
-Vale.-Respondieron.
-Papá. Mi
pandillita de amigos.-Presentó.-A los cinco ya los conoces, a Yuriko
también, esta es Abie, Bryan lo conoces y ella es Heather.-La chica
fue presentando uno a uno conforme los iba viendo.
-¡Heather! ¿Estás
mejor?
La chica le miró
interrogante.
-Por lo de la
fiesta.-Aclaró el hombre.
-¡Ah, sí! Gracias
por preguntar, señor Stadler.
Él sonrió.
-Bueno, os dejo
solos. Vamos Candy, a comer.
-Sí, papá. Adiós
chicos, me alegro mucho veros.
-¡Eh, espera!-Le
paró Harry.
-¿Qué?-Preguntó
ella.
Harry sacó de su
mochila algo, que los demás no pudieron ver.
-¿Tienes un
rotulador?-Preguntó a la rubia.
-Claro.-Contestó
ella, y de su estuche rosa sacó un permanente negro.
El chico lo cogió.
-Gracias.-Y con él
pintarraqueó algo en lo que tenía entre las manos.-Toma.-Le tendió
un disco y el boli.
Candy lo miró y se
quedó con la boca abierta.
-¡El disco de Take
Me Home firmado y dedicado por ti! ¡Para mí!-La chica saltó de
felicidad, se acercó a él y le dio un gran abrazo.-Muchas gracias,
Harry. Me encanta.-Y volvió a abrazarlo, emocionada.
Salió corriendo a
la cocina, con el disco entre sus brazos.
-¿Qué le has
puesto?-Preguntó Kesha, curiosa.
-Para la mayor
directioner. Te quiere, Harry Styles.
-¿A cuántas le
has puesto eso?
-No llevo la
cuenta.-Bromeó mientras guiñaba un ojo.
-Tonto.-Y le dio
una colleja.
-No me toques roja.
-Cállate ricitos.
Y rieron.
Estuvieron un rato
hablando, los diez. Kesha les agradeció haber estado allí, para
traerle los deberes, y pasarse un rato solo para estar con ella y
animarla.
Cuando se fueron
sonrió para sí.
Las pastillas
habían aliviado su dolor de cabeza, pero la visita de sus amigos le
había reanimado de un modo que ninguna pastilla en el mundo hubiera
podido hacer. La amistad es la mejor de las medicina.
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Cap 18. Espero que os guste:)
Hola! Por fin he podido leer un capítulo ^^
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Kesha tiene razón en lo de que los amigos son la mejor medicina. Y los suyos son muy buenos :)
Voy a intentar leer un poco más ahora.
Un beso :3