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Capítulo 18: La amistad es la mejor medicina


Al día siguiente, Kesha se despertó.
-¿Por qué siento un pinchazo en la cabeza?-Se preguntó mientras se ponía ambas manos en cada lado de la cabeza.-¡Au...!-Se quejó.


Se levantó sin muchos ánimos, abrió el armario y se puso una sudaera rosa, unos vaqueros, unos deportes blancos y una cola en su pelo pelirrojo.


Bajó lentamente las escaleras, con la maleta a cuestas y entró en la cocina.
-¡Buenos días!-Le saludó su padre, alegremente.
-Bueno días.-Dijo ella sin muchas ganas. Se sentó en una silla y apoyó su cabeza en
la mesa, cerró los ojos y resopló.
-¿Qué te pasa?-Preguntó Richard.
-La cabeza me da vueltas..-Respondió la pelirroja.
-¡Vaya! Espera aquí.-El padre se fue, y volvió con un termómetro.-Abre la boca.
La chica hizo lo que su padre le pedía. Él le puso el termómetro.
-Vale ciérrala.
La pelirroja cerró su boca.
-Ahora espera un poco.
Tras un par de minutos, un pitido, procedente de la boca de la chica sonó.
-Es el termómetro.-Informó el padre. Le sacó el termómetro y lo miró.-Tienes fiebre. 39'5. No vas a poder ir hoy al instituto.
-¡Jo!-Se lamentó la chica.
Candy bajó corriendo.
-¡Hermana, llegamos tarde!-Exclamó.
-No puedo ir. Tengo 39'5 de fiebre.-Le informó la pelirroja.
-¡Oh, vaya! Entonces, ¿quién me lleva?
-Yo.-Respondió el padre.-¿Te puedes quedar con tu hermana?
-Claro.-Contestó la pelirroja con una sonrisa.
-Bien. Después, la llevaremos al colegio y nos iremos a que te vea el médico. ¿Va?
La chica asintió con la cabeza.
-Ahora venimos. ¡Adiós!
Se despidieron y cerraron la puerta.
La pelirroja, subió lentamente a su cuarto. Miró el reloj. Aún no habían entrado en clase. Cogió el móvil y marcó el número de su amiga Yuriko.
-¿Kesha?-Preguntó la oriental al otro lado del teléfono.
-Hola.. Yuriko, no voy a poder ir hoy a clase.. Me duele la cabeza y tengo mucha fiebre.
-¿En serio?
-Sí.
-¡Vaya...! Qué mal, ¿no? No te preocupes por los deberes, yo te los llevo esta tarde, así como los apuntes y todo.
-Arigato.-Agradeció la pelirroja en japonés.
Yuriko soltó una carcajada.
-Parece que la clase del otro día en japonés, sirvió para algo.
-Sí, parece que sí. Bueno adiós, te veré luego.
-Adiós.
Ambas colgaron.
Kesha fue hacia la habitación de su hermana pequeña. La vio en la cama, abrazada a su muñeca favorita.
-Susi, Susi.-Intentó despertarla con delicadeza.-¡A levantarse, que hay que ir al cole!
La pequeña se despertó y se frotó los ojos con sus pequeñas manita.
-Hola..¿Qué haces aquí?
-Tengo fiebre y no puedo ir a clase.-Le explicó mientras le comenzaba a cambiar el pijama y a ponerle la ropa para ir al colegio.
-Entonces, si yo tengo fiebre no puedo ir al cole.
-Claro que no. Cuando alguien tiene fiebre, tiene que descansar, para recuperarse pronto. ¿Lo entiendes?
La pequeña asintió con la cabeza, mientras sonreía.
-Muy bien. Ya estás lista. ¡A desayunar!
Ambas bajaron, Kesha preparó un gran tazón de cereales para la pequeña y se los puso en la mesa.
-Venga, cómetelos todos.
-Sí.
Tras unos minutos, Susi terminó de comer.
El padre llegó.
-Vale, ¿preparada Susi?-Preguntó.
-Aún no. Tengo que lavarme los dientes y coger la maleta.
-Vale. Anda corre al baño.
La pequeña corrió hacia el lavabo, se lavó los dientes, fue hacia su cuarto, cogió la maleta y bajó.
-¡Ya estoy!-Exclamó con una sonrisa.
-Muy bien, ponte el abriguito.-Richard le ayudó a ponérselo y le colocó la mochila en la espalda.-¡Vámonos!
Salieron, se metieron en el coche y tras unos minutos llegaron.
-Papá. Salgo yo. Espérame aquí.-Dijo Kesha.
-Un besito a papá.-Ordenó Richard a su hija pequeña.
Susi se acercó y le dio un sonoro beso en la mejilla. Se bajó del coche y le cogió la mano a su hermana.
Anduvieron hacia la puerta.
-Vale, entra. Un beso.-Kesha puso la mejilla y su hermana se lo dio.-Ten cuidado. -Adiós.
La menor de las hermanas Stadler movió la mano en señal de despedida y se perdió entre el gran barullo de niños.
La pelirroja entró en el coche.
-Ya está.-Dijo mientras se ponía el cinturón.
-Vale.
Arrancó y comenzó a conducir. Tras unos minutos llegaron a la consulta del médico.
Richard llamó a la puerta con los nudillos.
-¡Se puede!-Informó una voz grave al otro lado de la puerta.
El padre giró el pomo y tanto él como su hija entraron en la consulta.
-Buenos días Richard.-Saludó al hombre, estrechándole la mano. Después se fijó en Kesha y sonrió.-Hola querida.
-Hola doctor.-Saludó ella con un ápice de sonrisa.
El doctor se volvió a sentar y los otros dos lo imitaron.
-Bueno, ¿a qué se debe esta visita?-Preguntó.
-Esta mañana tuvo 39'5 de fiebre.-Explicó el padre.
-¿39'5? ¡Vaya, eso es mucha fiebre, para una chica tan sana como tú!
Kesha tragó saliva, se ponía nerviosa en las consultas de los médicos. Le pasaba
desde que era pequeña.
-Bueno, vamos a revisarte. Siéntate en la camilla.
La pelirroja asintió e hizo lo que el doctor le había pedido.
Tras unas observaciones le contestó:
-No es nada. Es un simple dolor de cabeza, que ha hecho que le entre algo de fiebre. Pero ya estás mejor. Le recetaré unas pastillas y mañana estarás tan sana como una manzana.
La chica sonrió ante la rima del doctor, esa que tantas y tantas veces había escuchado decir de su boca; y suspiró aliviada.
-Vale.-Entregó a Richard un bote de pastillas.-Tres veces al día durante tres días. Ahora, cuando llegue a casa deberá tomarse una. Otra después de comer y la última tras la cena. ¿Lo ha entendido?
-Claro que sí, doctor.
-Vale..Y otra cosa..Hoy debe reposar. Pero mañana, martes, si no tiene fiebre, podrá ir al instituto. ¡Ah! Y dale la pastilla el miércoles, por si acaso, no vaya a ser que empeore.
-Vale. Que aunque esté bien el miércoles le dé la pastilla todo el día, ¿no es así?
-Justamente eso.
-Bien. Gracias doctor.
-De nada.
Padre e hija iban a irse cuando el doctor les paró con su habitual voz grave:
-¡Esperen, esperen!
-¿Qué pasa?-Preguntó Richard.
El doctor sacó del bolsillo de su bata blanca un chupa chups sin azúcar de color amarillo. Sabor a limón
-Para Kesha.-Sonrió mientras miraba a la jovencita.
La pelirroja sonrió, y se acordó de cuando era pequeña. Cuando iba con su padre y con su madre a la consulta del médico. Y ese mismo doctor, que ahora estaba, le miraba y decía: "Estás sana como una manzana" Siempre con su misma rima. Ella sonreía, le confesaba de que estaba un poco nerviosa y él amablemente, le regalaba un chupa chups sin azúcar. Y ese chupa chups, que al principio era una muestra para que no tuviera miedo de ir allí, se convirtió en un trato especial entre el doctor y ella. Y es que, al final le acabó gustando ir allí, hablar con su amigo el doctor y salir con su chupa chups en mano y sus padres en cada lado para protegerla..
-Gracias.-Contestó la pelirroja tras despertar de su trance.
-Sé que te gustan.
Kesha asintió con una sonrisa.
-Adiós.-Se despidió.
-Adiós jovencita. Adiós Richard.
-Adiós doctor.
Padre e hija salieron de la consulta y se montaron en el coche.
Kesha miró su chupa chups de limón.
-Mi favorito.-Murmuró.
-¿Qué?-Preguntó él.
-Mi chupa chups favorito. El de limón..¿Cómo se ha podido acordar?-Preguntó.
-Venías aquí mucho.
-Ya.. Pero seguro que no era la única niña que venía.
-¿Qué hay de malo en eso?
-No es malo...Es algo bueno, pero..¿por qué se acuerda de mí y no de otra niña?
-Porque le tenías mucho aprecio al doctor.
-Ya...-Suspiró.-Es verdad. Me acuerdo a la perfección de cuando veníamos aquí.
-Yo también me acuerdo.
-Bueno. ¿Vamos a casa?-Preguntó ella intentando cambiar de conversación para alegrarse un poco.
-Sí. ¡A casa!-Exclamó Richard.
El padre arrancó el coche y en pocos minutos llegaron.
Entraron en la casa.
-Siéntate en el sofá y pon la tele. Te voy a preparar la medicina y un vaso de agua para que te lo tragues bien, ¿vale?
-Va.
La chica cogió una manta, se sentó en el sofá del salón y se tapó hasta arriba. Después cogió el mando y puso Clan, donde salía Hora de Aventuras. Flinn y Jake rescatando a la princesa Chicle del malvado Rey Hielo.
-Aquí tienes.-Richard le tendió la pastilla y el vaso de agua.
-Gracias.
La chica se tomó aquella extraña pastilla azul en forma cilíndrica y se bebió el vaso de agua de un trago. Tosió un par de veces por su rápidez en beber, pero después respiró hondo y suspiró aliviada.
-¿Ya?-Preguntó el padre.
-Sí.-Le dio el vaso vacío.
-Vale. Pues descansa un rato.
-Te haré caso.-Respondió la chica.
Se tumbó en el sofá y viendo los dibujos animados, se quedó dormida, entrando en un profundo sueño...
-¡Kesha, Kesha!-Le llamó su padre.
-Un poquito más.-Pidió con voz adormecida.
-Son las tres menos cuarto. Tienes que cuidar a Susi mientras voy a recoger a tu hermana.
-¿Las tres menos cuarto?-Preguntó sobresaltada.
-Sí. ¿Qué hora creías que era?
-No lo sé. Estaba tan dormida... Ya no me duele la cabeza.
-Eso es bueno.
-Sí..
-Bueno, quédate con Susi que voy a recoger a tu hermana.
-Vale.
La pelirroja se puso en pie, se frotó los ojos con las manos y se desperezó.
Después fue hacia la cocina, donde Susi comía un plato de sopa.
-¿Te gusta?-Preguntó la mayor.
-No.-Respondió rotundamente la pequeña.
-Venga, que si te lo comes ahora, después te daré una chuche.-Le propuso Kesha con una sonrisa.
-Eso es "sobono"-Se quejó Susi.
-¿Sobono?
-Sí. "Sobono".
La pelirroja entendió lo que la pequeña quería decir y soltó una carcajada.
-Es soborno, no sobono.-Explicó.
-Eso, eso.. Lo que yo he dicho soborno.
-Tú habías dicho sobono.
-Bueno..¡lo que sea!
-No. Eso no es soborno... Además, ¿dónde has escuchado tú esa palabra?
-Pues de los dibujos que ve papá en la uno.
-Esos dibujos se llaman telediario.
-¿Hoy me vas a contradecir en todo?
-No. Anda come y te doy la chuche.
-Jo..Es que no me gusta.
-Pero tienes que comer un poco, Susi.
-Bff. Vale... Pero después me das dos chuches.-Y con sus pequeños deditos señaló el número dos.-¿Va?
-Venga, va.
-¡Bien!
-Pero cómetelo todo.
-Que si pesada.
-¡Oye! No me llames pesada. Lo hago por tu bien.
-¿Por mi bien? ¡Si me obligas a comer lo que no me gusta!
-Porque tienes que comer de todo.
-Jum.-La pequeña se cruzó de brazos e hinfló sus mofletes con el ceño fruncido, haciéndose la enfadada.
-Susi. Tienes que comer.
-¡No quiero!
-Te he dicho que a comer.
-¡No!
-Te quedas sin chuches todo el día, y vas a tener la sopa para merendar, para cenar, para mañana de desayunar... Y cuando tengas hambre, seguro que te la comes.
Kesha cogió el plato y lo metió en el microondas. Lo cerró pero no lo puso en marcha, sino que lo dejó así.
-Papá me dará galletas.-Se defendió la pequeña mientras sacaba la lengua a su hermana mayor.
-Ten por seguro que eso no pasará.-Le advirtió la pelirroja.-Papá me dará la razón.
Susi salió al salón y puso Bob Esponja, sus dibujitos preferidos.
La primogénita resopló.. ¡Vaya con su hermana pequeña! Tenía un genio. Como el de ella, y aunque le costó reconocerlo, era verdad. Se acordaba de cuando era pequeña y no quería comer una cosa... Por mucho que sus padres insisitieran, no lo comía.
El pórtico de la puerta al abrirse hizo que se sobresaltara.
-Hola.-Saludó Kesha frotándose los ojos.
-Hola, hermanita.
-Papá, tengo que hablar contigo sobre Susi.-Informó Kesha.
-Ahora no. Tienes visita.-Le contestó Richard.
La chica miró por la puerta y pudo ver a nueve chicos, juntos, con una gran sonrisa.
-¿Qué hacéis aquí?-Preguntó al pelirroja sorprendida, pero feliz.
-Estás malita, ¿no? Pues hemos venido a verte.-Aclaró Abie con una sonrisa.-Yuriko nos lo contó todo.
-¡No te quedas callada, oriental!-Le recriminó Kesha a su amiga, en broma.-¡Pasad!
-Vale.-Respondieron.
-Papá. Mi pandillita de amigos.-Presentó.-A los cinco ya los conoces, a Yuriko también, esta es Abie, Bryan lo conoces y ella es Heather.-La chica fue presentando uno a uno conforme los iba viendo.
-¡Heather! ¿Estás mejor?
La chica le miró interrogante.
-Por lo de la fiesta.-Aclaró el hombre.
-¡Ah, sí! Gracias por preguntar, señor Stadler.
Él sonrió.
-Bueno, os dejo solos. Vamos Candy, a comer.
-Sí, papá. Adiós chicos, me alegro mucho veros.
-¡Eh, espera!-Le paró Harry.
-¿Qué?-Preguntó ella.
Harry sacó de su mochila algo, que los demás no pudieron ver.
-¿Tienes un rotulador?-Preguntó a la rubia.
-Claro.-Contestó ella, y de su estuche rosa sacó un permanente negro.
El chico lo cogió.
-Gracias.-Y con él pintarraqueó algo en lo que tenía entre las manos.-Toma.-Le tendió un disco y el boli.
Candy lo miró y se quedó con la boca abierta.
-¡El disco de Take Me Home firmado y dedicado por ti! ¡Para mí!-La chica saltó de felicidad, se acercó a él y le dio un gran abrazo.-Muchas gracias, Harry. Me encanta.-Y volvió a abrazarlo, emocionada.
Salió corriendo a la cocina, con el disco entre sus brazos.
-¿Qué le has puesto?-Preguntó Kesha, curiosa.
-Para la mayor directioner. Te quiere, Harry Styles.
-¿A cuántas le has puesto eso?
-No llevo la cuenta.-Bromeó mientras guiñaba un ojo.
-Tonto.-Y le dio una colleja.
-No me toques roja.
-Cállate ricitos.
Y rieron.
Estuvieron un rato hablando, los diez. Kesha les agradeció haber estado allí, para traerle los deberes, y pasarse un rato solo para estar con ella y animarla.
Cuando se fueron sonrió para sí.
Las pastillas habían aliviado su dolor de cabeza, pero la visita de sus amigos le había reanimado de un modo que ninguna pastilla en el mundo hubiera podido hacer. La amistad es la mejor de las medicina.
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Cap 18. Espero que os guste:)

1 comentario:

  1. Hola! Por fin he podido leer un capítulo ^^
    Me ha gustado mucho, Kesha tiene razón en lo de que los amigos son la mejor medicina. Y los suyos son muy buenos :)
    Voy a intentar leer un poco más ahora.
    Un beso :3

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Holaa! Gracias por leer esta novela, sin vosotros no sería nada.
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Así ¿a qué esperas para escribirlo? GRACIAS DE ANTEMANO!